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¿Es posible salir de este tipo de relación? La respuesta es SÍ. Una especialista en el tema propone acciones para iniciar el cambio que necesitas.

Decidir terminar una relación de pareja siempre es difícil y más cuando existen sentimientos de miedo, ansiedad e incertidumbre o tener una idea errónea de lo que significa el amor, puede frenar la decisión de tomar un camino distinto al de tu pareja.

De acuerdo con la última Encuesta sobre Violencia en el Noviazgo elaborada por Instituto Mexicano de la Juventud (imjuve) y con la colaboración del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 76% de los jóvenes mexicanos entre los 15 y 24 años sufrió episodios de violencia al menos una vez en el noviazgo, sobre los motivos que ocasionan el enojo con la pareja, 41% de los hombres respondió que se molesta por celos; 25.7% porque su pareja tiene muchos amigos y 23.1% señala que su pareja se enoja de todo sin razón aparente.

Y aunque para muchas personas resulta evidente terminar una relación cuando existe algún signo de violencia, como los anteriores, “las personas que están inmersas en relaciones tóxicas no son capaces de darse cuenta que están viviendo situaciones de abuso, ya que tienen una idea deformada del amor, la cual, se les ha inculcado por generaciones, su sistema de creencias los hace pensar que ‘por amor se debe soportar todo, justificando así el círculo de violencia que viven, lo cual, ha provocado que por años todo este tipo de actitudes tóxicas se normalicen en las parejas”, detalla la Dra. Nilda Chiaraviglio, psicoterapeuta de relaciones de parejas, sexóloga y especialista en diversidad sexual.

Por este motivo, la Dra. Nilda nos ayuda a explicar algunas de las señales que, aunque pueden considerarse “inofensivas y normales” para muchas parejas, son señales de alarma que ayudan a identificar cuando una relación de pareja NO es sana:

1. Exclusividad

Cuando tu pareja critica frecuentemente a tus amigos y familia y no les parece que los veas o los llames e incluso te lo prohíben justificándose con que sólo te quieren para él o ella, no lo confundas con amor, esto es deseo de posesión que si lo permites, va alejarte de los demás.

2. Chantaje emocional

El chantaje para conseguir que la otra persona haga exactamente lo que él o ella quiere, es una de las prácticas más frecuentes y que con menos gravedad ven las parejas, pero que a la larga pueden derivar en verdaderos conflictos que dañen la integridad de alguno de los involucrados, solo por lograr que el otro haga lo que desea.

3. Celos

En muchas parejas los celos son normalizados e incluso lo encuentran divertido, pero la realidad, es que los celos nunca serán normales ni tienen relación con el amor, ya que los celos tienen que ver con el tener y el desear, permitir que los celos dominen una relación provocará problemas mayores que pueden llevar a la violencia física y verbal.

Aunque estas no son las únicas señales para identificar una relación tóxica, las personas que encuentran similitudes en su relación con estas acciones, se preguntarán “¿es posible salir de este tipo de relación?” y la respuesta es , “siempre y cuando las personas que viven una relación tóxica estén dispuestas hacer cambios en sus creencias y sus conductas”, explica Chiaraviglio, quien propone las siguientes acciones para iniciar con estos cambios:

1. Conócete a ti mismo

Aprende a saber quién eres, lo que te gusta y disgusta, esto implica poder identificar las emociones que experimentas en cada momento, el autoconocimiento es la base de cualquier vínculo con los demás y de nuestra manera de vivir, si no te conoces será imposible tener la relación de pareja que deseas.

2. Trabaja en tu seguridad

Una vez que te conoces, es importante que trabajes la seguridad en ti mismo y en el valor que tienes, recuerda que es poco probable construir una relación sólida si los involucrados en la relación son inseguros. “La inseguridad es tóxica porque genera sentimientos de desconfianza y temor a perder a la pareja”, detalla la psicoterapeuta.

Supera la dependencia emocional

Es común que en las relaciones tóxicas, los implicados en la relación sientan que sin el otro “nada tendrá sentido”, ya que la dependencia emocional se vive como oxígeno y veneno al mismo tiempo. Por ello, aprender a saber estar solos y ser felices si necesidad de estar con alguien, es esencial en el camino para encontrar a la persona con la cual compartir la felicidad que sentimos y que esa persona haga lo mismo.

4. Busca ayuda profesional

Muchas veces hay situaciones que no podemos resolver solos y buscar ayuda profesional puede aportar gran valor para superar una relación tóxica y en el futuro construir relaciones más sanas, los cursos y diplomados sobre las relaciones de pareja son una excelente opción, ya que te ayudan a comprender los orígenes de tus comportamientos y a encontrar soluciones para vivir una relación de pareja plena, en donde se entienda que la felicidad no depende de nadie más que de uno mismo.

“Recordemos que las relaciones tóxicas continuarán existiendo si no cambiamos las falsas ideas y creencias que tenemos acerca del amor y que nos han inculcado como verdaderas en nuestra familia y en la sociedad”, finaliza Dra. Chiaraviglio.

Si deseas profundizar en el tema y salir de tu relación tóxica, la Dra. Nilda Chiaraviglio impartirá la conferencia Relaciones tóxicas con duración de dos horas, el próximo sábado 24 de agosto en la Ciudad de México. Para mayor información visita www.parejaysexualidad.com, o en Facebook: CrisalidaNilda

Publicado en De10.mx

Publicado en Revista Corpo Sano

Publicado en Vix


Intimidad significa ponerse en la piel del otro sin perder el sentido de la propia identidad; y al mismo tiempo significa “recibir” al otro en el territorio propio sin sentirse invadido

W. Pasini

La intimidad es aquella experiencia humana que consiste en auto-descubrirse confiadamente en compañía de la pareja, cuando esta se comporta empáticamente. 

Es la capacidad de compartir con el compañero, nuestras ideas, sentimientos, decisiones de conducta, cuerpo y erotismo, desde lo más auténtico de uno mismo, sin necesidad de ser distinto de lo que se es o se va siendo, y por lo tanto arriesgándose a aumentar la vulnerabilidad personal con el otro.

Es una sensación tan agradable que produce una cercanía inigualable, cada pareja encuentra una manera, un ritmo para vivirla, nunca es permanente.

Se desarrolla a lo largo del tiempo y tiene una secuencia:

  1. Vinculación-cuidado. Se desarrollan vínculos afectivos complementarios que permiten darse cuidados y atenciones en los órdenes más elementales.
  2. Comunicación: se desarrolla la capacidad para compartir la atención y capacidad de realizar intercambios de ideas acerca de sus intereses, deseos y valores. Dar opiniones, apoyar proyectos, servir de interlocutor, etc.
  3. Solución de problemas: Se desarrolla el conjunto de habilidades destinadas a resolver dificultades y a compartir tareas y actividades.
  4. Mutualidad: se integra lo anterior en unos acuerdos flexibles que permiten una evolución de la relación tal que se va adaptando ante los cambios y las dificultades. 

¿Cuándo desaparece o nunca se desarrolla?

El mayor problema para que la intimidad no suceda es el miedo

Todos somos débiles y vulnerables, necesitamos de estrategias de protección. Cuando nos sentimos más débiles o más fuertes de lo que somos, desconfiamos. De ahí que toda relación amorosa debe defenderse de dos peligros siempre presentes:

  • El ataque hacia el otro y 
  • El ataque del otro.

Desde la cultura patriarcal se piensa al amor como algo universal y de la naturaleza humana. Esto implica que es inamovible e incuestionable.

Tampoco contempla las diferencias en la educación entre mujeres y hombres en cuanto a lo que significa amar y ser amado.

Entonces, ese “amor” está desligado no sólo del concepto de relación sino también de lo que pasa en las relaciones. Todos los días nos encontramos con relaciones de pareja donde existe violencia y maltratos de todo tipo y sin embargo los miembros de ésta dicen amarse.

Además, encontramos en las estructuras familiares la obligatoriedad de amarse, más allá de lo que suceda o deje de suceder en las relaciones concretas entre sus miembros. Así, encontramos madres sobreprotectoras, doble vinculares o ausentes, padres autoritarios, castigadores o desconocidos, etc. a los que de todas maneras hay que amarlos y cuidarlos en su vejez porque aportaron sus óvulos o espermatozoides.

Todo esto genera confusiones a la hora de definir si amamos o nos aman, podemos estar inmersos en el círculo de la violencia, y justificar ese comportamiento “por el amor que nos une”. Uno de los promotores de la violencia es precisamente esta forma naturalizada, neutral y aséptica de concebir al amor.

    El individualismo entendido como la posibilidad de existir sin la influencia del contexto y no como un proceso de desarrollo del ser en la separación e individuación para el crecimiento humano, lleva a otra serie de creencias que emanan de este concepto de amor. Por ejemplo:

  • Que la autoestima se trata de amarnos en abstracto y que es independiente de la historia de logros de la persona en su contexto;
  • Que la identidad y la autorrealización pasa por la declaración de amarse a sí mismo;
  • Que es suficiente amarse para poder amar a otros, desconociendo el incremento desmedido de las personalidades narcisistas;
  • Que la felicidad del ser humano es consecuencia del éxito individual y a su vez éste se logra teniendo expectativas o sueños muy elevados;
  • Que la educación convencional prohíbe a las mujeres el acceso al amor propio, o que éste se evalúa a través del servicio a los demás, olvidando sus necesidades y metas personales.
  • Que la libertad es una propiedad privada y pasa por hacer todo lo que quiero, como si no perteneciéramos a un contexto específico. Que los hombres tienen libertades sociales muy distintas a las de las mujeres en la cultura patriarcal.
  • Que los celos son una de las “consecuencias naturales” de amar, en vez de vincularlos específicamente con esta manera de definir al amor y por lo tanto con el tipo de relaciones que ello genera. Por lo cual cualquier emoción incómoda respecto del ser amado tiene que ver con una conducta incorrecta del otro y que es a él a quien le corresponde solucionar esa incomodidad. En vez de reflexionar sobre los miedos a la pérdida o al abandono, o con el propio autoconcepto y autoimagen de la persona, o con el apego a esta forma capitalista y de propiedad privada del mismo concepto de amor, que incluye la idea de que el amor es finito (como un queso).
  • Que se compite por el amor porque sólo se puede amar a una persona a la vez, ser buenos y obedientes con el otro puede garantizar esta unicidad, y entonces, hay que huir de cualquier desencuentro de opiniones y de conflictos, porque ellos dejan en amenaza de extinción al vínculo afectivo. Y que en aquel caso de que ya ese vínculo se canceló, entonces la solución pasaría por encontrar a una persona con la cual nos entenderemos perfectamente, pero sin reflexionar cuáles fueron las creencias que lograron terminar el vínculo anterior. Convirtiendo los vínculos en desechables por ser incómodos.
  • Que el enamoramiento es la antesala del amor natural, que es el mejor formato que toma el amor romántico y que debe durar para siempre. Se confunden los dos conceptos, y así como se conceptualiza al amor como “natural” y biológico del ser humano, se desconoce la diferencia cultural y social de las diferentes formas que toma el enamoramiento en los hombres y en las mujeres.

Se desconoce que “el amar” es un verbo, es conducta, es una capacidad que se desarrolla al infinito, y que se puede elegir amar a una o más personas que sean armónicas con la definición personal de la calidad de vida que se elija vivir, y no a aquel único personaje que según las expectativas, satisfaga las necesidades. Y en este sentido es obligatorio tener una relación de pareja, sin incluir la soltería como un modelo válido de estilo de vida.

La obligación social de tener una relación de pareja, tanto como con el significado de éxito personal, como de unidad económica estable que brinda la sensación de seguridad e incrementa la fantasía de que el ser humano es controlable y manipulable, genera frustraciones, decepciones, desilusiones y violencias, tanto al interior del ser humano, como en los vínculos afectivos establecidos.

Las necesidades que este tipo de concepto de amor y de relación de pareja amoroso-erótica genera consecuencias tales como:

  • El individualismo de corte narcisista
  • El consumo de cuerpos y de sexualidad
  • Las relaciones desechables
  • La negación de toda realidad incómoda que tendría que ser reflexionada
  • La felicidad a través de la diversión permanente
  • La intensidad como expresión de éxito, con el consumo de alcohol y drogas en abundancia
  • Los estereotipos de bellezas eternas sin vida, tanto para la mujer como para el hombre
  • La valoración personal a través del cumplimiento de los cánones sociales de moda
  • El juicio permanente de lo bueno y malo a través de si es valorado a no por los demás
  • La división de las emociones en las positivas y las negativas
  • La justificación de cualquier conducta autodestructiva a través de modas tales como el estrés, la ansiedad, la depresión, la baja autoestima, etc.
  • El planteamiento de ideales inalcanzables como fuente de frustraciones, confusiones, sometimientos y violencias

Cuando las expectativas de felicidad eterna son puestas en una única persona, se genera un apego a esa “foto”, (es decir, una dependencia afectiva a la expectativa) ello a su vez se convierte en una serie más o menos inalcanzables de necesidades a satisfacer, y por tanto se aceptarán limosnas que calmen parcialmente esas necesidades. Pero la acumulación de limosnas, sólo construyen relaciones miserables que sólo sirven para sufrir.

    Si reflexionamos sobre el concepto de amor y transformamos esta idea de finitud y naturaleza, hacia un concepto de amor como capacidad humana en desarrollo, cambia también el concepto de relación afectiva como propiedad privada a relaciones en libertades individuales contextualizadas y en crecimiento.

    Se pasa de todos los “deberes ser” a “elijo consciente y responsablemente” para mi mismo y mi entorno. El compromiso, la aceptación de la vulnerabilidad, la flexibilidad, las ideas en los márgenes de la cultura, lo diferente y la diversidad, las contradicciones y las complejidades, los dolores como las antesalas del desarrollo de la sabiduría, la eliminación de los juicios y las comparaciones que separan, el disfrutar y agradecer lo que hay en vez de enfocarnos en lo que falta, entre otros, nos humaniza. Abre una puerta hacia la transformación del ser humano y de la naturaleza.

Además de la comunicación, existen otros aspectos que te harán disfrutar de una relación de este tipo ¿Sabes cuáles son?

Tus amigos o amigas y tú deciden salir el viernes por la noche. Al llegar al lugar, una persona se te acerca. Comienzan a platicar, intercambian teléfonos y deciden salir al día siguiente.

Todo está perfecto. Tú quieres conocerlo/la, tampoco te niegas a relacionarte con más gente y pasarla bien. No tienes intención alguna de formalizar con nadie. Sin embargo, la otra persona sí. Oh-oh. Houston, tenemos un problema.

¿O no?

No, en realidad, no. No hay ningún problema. El problema reside en la falta de comunicación y en las falsas expectativas.

Platicamos con Nilda Chiaraviglio, psicoterapeuta, escritora, conferencista y Fundadora de Clínica Crisálida, quien nos platicó cuáles son las tres reglas en las que se basa el éxito de una relación sin compromiso.

Lo primero es establecer qué significa un compromiso. La palabra viene del latín ‘compromissum’ que significa un acuerdo hecho delante de un árbitro, que puede ser ante la ley, o bien, un terapeuta o un representante de la Iglesia que medie el comportamiento de ambas personas que asumen este acuerdo. Todas las relaciones que no tienen esto son sin compromiso”, nos dijo Nilda.

Para que una relación de cualquier tipo arranque, se requiere un solo encuentro que se puede dejar abierto (o no) y, posteriormente, surge la posibilidad de una segunda oportunidad para verse. “Las personas van ajustando esto en la medida en la que van conociendo al otro o a la otra y reconociéndose a sí mismos. Cada quien decide qué es lo que quiere y es muy importante expresarlo”.

Por tanto, el primer secreto es la comunicación mediante preguntas y respuestas en donde se establezcan los recovecos del acuerdo.

Ahora bien, si te preguntas, ¿cómo le voy a decir de repente que no quiero nada más que divertirme, o que realmente quiero una relación formal? Ah, pues a través de estas sencillas preguntas y respuestas que pueden hacer casualmente.

Otra regla es jamás decirle al otro cómo comportarse. ¿A qué nos referimos con ello? A que tampoco podemos condicionar u obligar al otro a que sea como nosotros queramos. “La otra persona es un adulto y no le va a gustar que le digan cómo comportarse.

Hacer esto es ofensivo y humillante. A su vez, la otra persona puede llegar a asumir una posición sumisa, o bien, rebelde, a la defensiva”. Y aquí ya no hay una relación basada en la libertad. No hay nada mejor que tener una relación libre, donde las dos personas caminen en paralelo.

La tercera regla es reconocer que sólo yo puedo satisfacer mis necesidades y que nadie más lo va a hacer.

“Cuando establecemos relaciones donde esperamos que el otro sea quien nos dé lo que necesitamos o esperamos, el resultado es fatal”.

La clave está en reconocer que el otro u otra no puede atinarle a lo que yo quiero, pues no tiene mi historia de vida. Al hacer esto, eliminamos falsas expectativas, dejamos de esperar que el otro adivine o satisfaga mis deseos.

Por ejemplo, si no te gustan las flores porque te recuerdan a los cementerios, entonces debes expresar esto, nos comentó Nilda. Por más que la otra persona considere que es el regalo más romántico o que le parezca el máximo detalle que le puede dar a una persona, si a ti no te gusta, simplemente no te gusta.

Tus amigos o amigas y tú deciden salir el viernes por la noche. Al llegar al lugar, una persona se te acerca. Comienzan a platicar, intercambian teléfonos y deciden salir al día siguiente.

Todo está perfecto. Tú quieres conocerlo/la, tampoco te niegas a relacionarte con más gente y pasarla bien. No tienes intención alguna de formalizar con nadie. Sin embargo, la otra persona sí. Oh-oh. Houston, tenemos un problema.

¿O no?

No, en realidad, no. No hay ningún problema. El problema reside en la falta de comunicación y en las falsas expectativas.

Platicamos con Nilda Chiaraviglio, psicoterapeuta, escritora, conferencista y Fundadora de Clínica Crisálida, quien nos platicó cuáles son las tres reglas en las que se basa el éxito de una relación sin compromiso.

Lo primero es establecer qué significa un compromiso. La palabra viene del latín ‘compromissum’ que significa un acuerdo hecho delante de un árbitro, que puede ser ante la ley, o bien, un terapeuta o un representante de la Iglesia que medie el comportamiento de ambas personas que asumen este acuerdo. Todas las relaciones que no tienen esto son sin compromiso”, nos dijo Nilda.

Para que una relación de cualquier tipo arranque, se requiere un solo encuentro que se puede dejar abierto (o no) y, posteriormente, surge la posibilidad de una segunda oportunidad para verse. “Las personas van ajustando esto en la medida en la que van conociendo al otro o a la otra y reconociéndose a sí mismos. Cada quien decide qué es lo que quiere y es muy importante expresarlo”.

Por tanto, el primer secreto es la comunicación mediante preguntas y respuestas en donde se establezcan los recovecos del acuerdo.

Ahora bien, si te preguntas, ¿cómo le voy a decir de repente que no quiero nada más que divertirme, o que realmente quiero una relación formal? Ah, pues a través de estas sencillas preguntas y respuestas que pueden hacer casualmente.

Otra regla es jamás decirle al otro cómo comportarse. ¿A qué nos referimos con ello? A que tampoco podemos condicionar u obligar al otro a que sea como nosotros queramos. “La otra persona es un adulto y no le va a gustar que le digan cómo comportarse.

Hacer esto es ofensivo y humillante. A su vez, la otra persona puede llegar a asumir una posición sumisa, o bien, rebelde, a la defensiva”. Y aquí ya no hay una relación basada en la libertad. No hay nada mejor que tener una relación libre, donde las dos personas caminen en paralelo.

La tercera regla es reconocer que sólo yo puedo satisfacer mis necesidades y que nadie más lo va a hacer.

“Cuando establecemos relaciones donde esperamos que el otro sea quien nos dé lo que necesitamos o esperamos, el resultado es fatal”.

La clave está en reconocer que el otro u otra no puede atinarle a lo que yo quiero, pues no tiene mi historia de vida. Al hacer esto, eliminamos falsas expectativas, dejamos de esperar que el otro adivine o satisfaga mis deseos.

Por ejemplo, si no te gustan las flores porque te recuerdan a los cementerios, entonces debes expresar esto, nos comentó Nilda. Por más que la otra persona considere que es el regalo más romántico o que le parezca el máximo detalle que le puede dar a una persona, si a ti no te gusta, simplemente no te gusta. 0 Comentario Sé el primero en comentar

“Si yo satisfago mis necesidades, tengo mucho para dar. Cuando estamos vacíos, no podemos dar lo que no tenemos. Las limosnas sólo construyen relaciones miserables que son buenas para sufrir”.

Ahora bien, ¿qué pasa en las relaciones sin compromiso? “Cuando la diferencia entre ambos tiene que ver con los valores o los proyectos o la calidad de vida que tenemos, pero convergemos en ciertos puntos como el sexo o actividades como patinar, pintar o bailar, entonces lo mejor es reducir el vínculo o la relación a lo que es disfrutable.

De esta manera no habrá falsas expectativas ni sufrimiento por ninguna parte. Porque si pretendo que el otro me dé algo que no puede o no quiere dar, se convierte en una situación ofensiva para él o para ella. Lo que me da es insuficiente, lo hace sentir insuficiente y esto a nadie le gusta”.

Vamos, se trata de disfrutar en vez de añorar. Y si esto no te ajusta entonces: a otra cosa mariposa.

“Es central que en cualquier tipo de relación se disfrute lo que el otro me ofrece, en vez de enfocarme en lo que me falta. Si la otra persona no quiere nada a futuro y yo, sí, entonces lo mejor será voltear a ver a otros rumbos. Todos felices y todos contentos. Nadie se ve obligado a hacer algo que no quiere”.

En conclusión: generar expectativas para que el otro sea la persona que yo quiero que sea es garantía de la frustración  En vez de frustrarme lo mejor es cultivar relaciones disfrutables y no hacer sentir a los demás que son insuficientes para nosotros.